Asentada sobre una de las zonas con mayor tradición olivarera de la Península, la almazara malagueña Finca La Torre aúna producción propia, olivos centenarios y un sistema de elaboración ecológico y biodinámico dirigido por el joven ingeniero agrónomo Víctor Pérez

Situada en Bobadilla, a 15 minutos del centro de Antequera (Málaga), Finca La Torre es una almazara con mucha historia.

Su trayectoria como productora de ‘oro líquido’ se remonta a épocas romanas, como demuestran los restos que se exhiben en los jardines y que fueron encontrados en las inmediaciones de la finca, cuando los romanos la replantaron de olivos e instalaron el primer molino de piedra.

Fue en torno al 1260 –año en que se construyó la torre vigía que le da nombre y que aún domina el paisaje sobre una de sus colinas– en que se reconociera como tal, convirtiéndose en una de las almazaras más antiguas que se conocen.

Con el paso de los años cayó en desuso, hasta que una comunidad de alemanes, el pasado siglo, retomó la actividad mediante la práctica de agricultura biodinámica, con una pequeña producción para consumo propio.

Ya en los primeros años de nuestro milenio, la propiedad de la finca al completo pasó de forma casual –como parte de una transacción empresarial– a manos de Daniel S. Aegerter, célebre empresario, inversor y filántropo suizo –fundador y presidente de Armada Investment–, quien en sus inicios en Silicon Valley trabajó en el círculo de Steve Jobs.

Aun desconociendo el mundo de los olivos, cuando descubrió la autenticidad de la finca y detectó el potencial del negocio, decidió explotarlo, contando para ello con los mejores profesionales.

Así, en 2011 se incorporó a la dirección del proyecto Víctor Pérez, joven ingeniero agrónomo que potenció una filosofía productiva 100% autónoma, ecosostenible y biodinámica que respeta el medio ambiente, minimiza el daño al fruto y saca el mayor partido de una materia prima de excepción –procedente, en su mayoría, de olivos centenarios–.

Víctor se autoimpuso, por pasión y convicción, el cometido de elaborar el mejor aceite de oliva virgen extra del mundo y conseguir lo que nadie antes ha logrado en el sector oleícola: mantener, campaña tras campaña, el mismo perfil organoléptico en todos los aceites que elabora.

Para ello apostó por una filosofía de trabajo de respeto al medio ambiente y por una agricultura no sólo ecológica –que implica ausencia de pesticidas y productos químicos y la mínima intervención en los procesos– sino también biodinámica.

Esta consiste, en primer lugar, «en trabajar de acuerdo con los ciclos lunares y los ritmos naturales del cultivo, como lo hacían nuestros antepasados» y, en segundo, en un autoabastecimiento total y absoluto de todos los recursos que generan finca y almazara. «Prescindimos de cualquier elemento externo.

De hecho, todo el estiércol que utilizamos procede de las ovejas que se pastorean en la finca y que ayudan, además, a controlar la vegetación no deseada. Buscamos un ecosistema cerrado, sin ningún aporte exterior», apunta.

Bajo su supervisión, Finca La Torre se ha convertido en el Aceite de Oliva Virgen Extra número uno del país y, por extensión, del mundo –España produce el 40 % de AOVE a nivel mundial–.

A lo largo de su trayectoria, los aceites de Finca La Torre han obtenido algunos de los reconocimientos más importantes, como, por ejemplo, el Premio Alimentos de España al Mejor Aceite de Oliva Virgen Extra, el máximo reconocimiento del sector que otorga el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, durante cinco campañas –algo inédito hasta la fecha–. Este impresionante palmarés se completó, en tres ocasiones consecutivas, con la obtención de 100 puntos sobre 100 en la prestigiosa revista Flos Olei –referente mundial en materia oleícola–, la máxima calificación otorgada hasta el momento por dicha publicación.

LOS ACEITES FINCA LA TORRE

En Finca La Torre apuestan por la elaboración de aceites de oliva virgen extra monovarietales que expresen todo el carácter y recorrido aromático de la aceituna de la que proceden.

Finca La Torre Arbequina es un aceite de oliva virgen extra frutado medio cuyo aroma evoca la hierba recién cortada, con notas a plátano y manzana.

Su entrada en boca es dulce y ligeramente picante con un sabor complejo, equilibrado y muy fluido. Por su parte, el Hojiblanca, la estrella de la casa y que procede de olivos de entre 100 y 130 años, es un aceite de oliva virgen extra que ofrece una gran complejidad y armonía tanto en nariz como en boca.

Su aroma es frutado intenso, con recuerdos a hierba recién cortada, hoja de olivo y tomatera, mientras que en boca se percibe un ligero amargor a la entrada y un picor progresivo, persistente y equilibrado con toques de almendra verde, manzana y cáscara de plátano.

Ambos se comercializan en una elegante y original botella de cristal (de 250 ml y de 500 ml) que recuerda a la de un perfume de lujo, y en latas de 250 ml, 500 ml y 2 l.

El monovarietal de Picudo es un excepcional frutado intenso a hierba recién cortada, tomatera y plátano verde.

En boca es dulce, clorofílico, amargo, poco astringente y de picante persistente, con notas de almendra verde, manzana y cáscara de plátano en el retrogusto.

Y, fiel a su varietal, el de Cornicabra es dulce en su entrada en boca tornándose enseguida muy amargo y picante.

Por su limitada producción, estos dos últimos se comercializan dentro de un pack de cuatro botellas de 250 ml que incluye también los monovarietales de Arbequina y Hojiblanca.

Jose Javier Arce
José Javier Arce Cid, es titulado en Producción de Audiovisuales, Radio y Espectáculos, en el año 2001, ese mismo año realiza las funciones de Productor Ejecutivo en el cortometraje “Revolución”. Después de este cortometraje me dedique a producir y dirigir varios programas para televisiones locales, entre ellos destacamos “Mundo Zion” dedicado al mundo del videojuego y “8 Milímetros”, dedicado al mundo del corto. En los últimos años me he dedicado a realizar el programa de cine “35HD” para televisionalternativa.com y que durante dos temporadas se emitió en Onda 6 TV y la red de televisiones locales de Vocento. En el año 2012 ha dirigido su primer cortometraje, un documental, ‘Tarde de Transistores’.